¿Cómo funciona una franquicia?

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Publicado el 17.08.2018

Para conocer cómo funciona una franquicia es necesario tener presente y entender ciertos conceptos relacionados con el sistema de franquicia

Para saber cómo funciona una franquicia, debemos preguntarnos por lo que cada una de las dos partes fundamentales –franquiciador y franquiciado – aportan a la relación.

Según el Código Deontológico Europeo de fecha 1 de enero de 1991, la franquicia es un sistema de comercialización de productos y/o servicios y/o tecnologías, basada en una estrecha y continua colaboración entre empresas jurídica y financieramente distintas e independientes (1), el Franquiciador y sus Franquiciados, en el que el Franquiciador dispone el derecho e impone a sus Franquiciados la obligación de explotar una empresa de acuerdo con sus conceptos (2). El derecho así concedido autoriza y obliga al Franquiciado, a cambio de una aportación económica, directa o indirecta, a utilizar la marca de productos y/o servicios, el “knowhow” (saber hacer) (3) y otros derechos de propiedad intelectual, ayudado por la continua asistencia comercial y/o técnica, en el marco de un contrato de Franquicia escrito suscrito por las partes a este efecto.

Cómo funciona una franquicia: la aportación del franquiciador

Para que el franquiciado pueda desarrollar su empresa de acuerdo a los conceptos del franquiciador, este cederá tres cosas a su asociado: derecho de uso de marca, su saber hacer y asistencia continuada.

Cuando hablamos de cesión de uso de la marca, no estamos indicando que se cederá su propiedad. Esta continuará perteneciendo al franquiciador y lo que cederá será la posibilidad de ser utilizada por una serie de asociados o franquiciados con los que previamente habrá alcanzado un acuerdo y firmado un contrato de franquicia.

Por otra parte, la central de franquicia deberá transmitir al franquiciado su saber-hacer, es decir, todo el conocimiento que atesora sobre el sector y sobre el funcionamiento de su negocio para que el empresario en ciernes, obtenga en su unidad el mismo éxito que alcanzó su predecesor en estas lides.

Ese saber-hacer es, de hecho, pieza fundamental para que el engranaje de toda franquicia funcione a la perfección y para que todos los puntos de venta operen bajo un modelo único.

El know-how es una de las grandes ventajas que el sistema de franquicia ofrece al emprendedor o inversor, ya que le posibilitará poner en marcha un negocio sin un conocimiento previo y, en muchos casos, sin necesidad de contar con experiencia en el sector dentro del cual desarrollará la actividad.

Dicho conocimiento se deberá ir actualizando a medida que el negocio crezca, evolucione y mejore. Es por ello que el franquiciado nunca debería dejar de formarse. Este sería un magnífico síntoma de que la franquicia funciona ya que esa formación sería consecuencia directa de la constante actualización del modelo de negocio. Y eso solo puede ser indicativo de una franquicia que está presente, que se preocupa por mantenerse a la vanguardia de su sector y que le mueve y motiva que sus franquiciados también se beneficien de dicha inquietud.

Por último, la asistencia continuada es otro más de los beneficios o ventajas que una franquicia debería aportar a sus socios.

¿Y el franquiciado?

Por su parte, la firma del contrato, compromete al franquiciado a:

-Aportar la inversión inicial necesaria para poner en marcha el negocio, y responder a los pagos a los que se ha comprometido con la central de franquicia.

-Poner en práctica la formación recibida del franquiciador para la adecuada gestión de tu establecimiento, siguiendo las normas operativas del sistema.

-Seguir fielmente todas las indicaciones del franquiciador en relación con los procesos operativos relativos al proceso de venta, realización de los pedidos, gestión económica del negocio y la utilización de las marcas.

-Adquisición de los productos a la central de franquicia o a los proveedores homologados por esta.

-No realizar competencia desleal al franquiciador.

El engranaje descrito anteriormente sería el escenario ideal, pero en más casos de los deseables, una utopía, ya que no siempre los empresarios se acercan al sistema de franquicia con el ánimo adecuado y con la intención de hacerlo bien.

Por parte del franquiciador, porque en ocasiones solo contempla su posible e incluso rápido enriquecimiento; y por parte del franquiciado, porque su perfil no es el adecuado y achaca los problemas de su unidad a la falta de experiencia, conocimiento o dedicación de su franquiciador, cuando en ocasiones, la mayoría de sus males son autogenerados.

Estas desavenencias pueden derivar en la casi inevitable tentación para el franquiciado de hacerlo por su cuenta. Si solo se queda en eso, en un impulso, no hay problema, el conflicto se genera cuando esa idea le hace desligarse de la red para convertirse en competidor del que fue su mentor.

Por lo tanto, quizá no habría que preguntarse tanto cómo funciona una franquicia, sino como debería funcionar una franquicia. Y ahí, como en casi todo en la vida, entra en liza la ética, buena intención y buen hacer de una y otra parte.

Autor: Barbadillo y Asociados

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