Cómo acertar en la búsqueda del franquiciado ideal

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Publicado el 25.08.2017

Cómo acertar en la búsqueda del franquiciado ideal

La elección del franquiciado para que entre a formar parte de nuestra cadena no es una cuestión fácil de despachar. Tenemos que tener siempre bien presente que esta figura será abanderada también de nuestra marca y eso implica unos riesgos que no podemos ignorar.

En ese sentido podemos ser más o menos maniáticos y decantarnos por un perfil que congenie a la perfección con nuestra forma de ser, pero a la vez (y no menos importante) tendremos que tener en cuenta una serie de pilares sobre los que se sostiene la armonía y equilibrio de toda relación entre un franquiciador y franquiciado.

Los lazos que unen o separan a franquiciador y franquiciado

1. Conciencia de esfuerzo

En este punto se cruzan dos cualidades que no pueden faltar en un candidato ideal para formar parte de la central de franquicias: conciencia y esfuerzo. El éxito de una enseña no es algo que surja de la nada. Puede haber un factor suerte, momento adecuado, exclusividad, pero detrás de todas esas circunstancias externas siempre hay muchas horas de trabajo invertidas.

Las noches en vela, las jornadas maratonianas de cálculos y las ausencias repetidas de salidas y fiestas familiares se traducen al final en la materialización de un sueño: la franquicia operativa.

De todo esto tiene que ser consciente el franquiciado. Su entrada a la red aporta más valor en ella y nunca tiene que restarle ninguna de sus características originales. El franquiciado ideal tendrá siempre presente que el éxito parte de los duros comienzos.

2. Aceptación de las normas de juego

Estamos de acuerdo en que la disciplina es un valor indispensable en cualquier negocio, pero en el caso de la franquicia esto cobra todavía mayor relevancia. Un buen candidato a franquiciado tendrá un punto de ambicioso en su justa medida que le hará luchador sin pretender pasar por encima de las exigencias del franquiciador.

Tiene que aceptar el sistema de franquicia y la jerarquía de las cosas, es decir, las disposiciones que impone el franquiciador (él ha invertido mucho tiempo, esfuerzo y dinero). No es de recibo (ni agrada) que el invitado a una cena haga todo tipo de observaciones y modificaciones de ella.

Lo ideal es que sea un perfil emprendedor (el franquiciador no tenga que estar todo el rato encima), pero que se deje aconsejar (no vaya por vía libre) y acepte la fórmula y filosofía de la franquicia. A fin de cuentas estamos hablando de un negocio operativo ya en el mercado y con una validez contrastada en el tiempo.

3. Capacidad financiera

No nos engañemos la solvencia económica cuenta y mucho. Y para pasar el examen de ser un posible franquiciado ideal se tienen que cumplir las exigencias monetarias desde un principio. Hay una serie de gastos que no admiten demora para la puesta en marcha de la nueva unidad y por supuesto que una vez metidos en la red no debemos despilfarrar dinero en otros asuntos más propios de pose o imagen (ampliaciones o coches) que no han sido calculados con antelación. El riesgo de quebrar está para los que no calculan sus gastos.

4. Dedicación e implicación

Si hay una cualidad que puede suplir la experiencia (¡ojo! en algunos negocios es insustituible esta última y se exige como básica entre sus condiciones) es la dedicación por aprender desde un primer momento. La implicación, entrega e ilusión de un franquiciado por formar parte de una franquicia y su éxito será al fin y al cabo uno de los grandes orgullos del franquiciador.

El hecho de estar dispuesto a echar muchas horas y formación por cumplir con las expectativas que tiene la cadena y adquirir experiencia, convierte a este perfil en candidato idóneo para ser representante también de la imagen de marca.

Y por último (tal vez lo más importante): un franquiciado ideal tiene que saber escuchar y aprender de los profesionales del sector. No debe pecar de arrogante y pensar que sus acciones son las únicas válidas y que el franquiciador no lleva nunca razón. Este enfrentamiento siempre tendrá un mal final.

Conociendo y cumpliendo estos rasgos fundamentales la buena relación está casi asegurada. A fin de cuentas no podemos olvidar que “el momento que da más miedo es siempre justo antes de empezar”, Stephen King.

Autor: Barbadillo y Asociados

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